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*❝ ִ ⁺ ✯ ¡CAPÍTULO 5!ׂ۪ 𐋃 𝆯*

Aubrey se encontraba aún durmiendo, sin percatarse que el cuerpo de la rubia ya no estaba a su lado.

Gritos y lo que parecía ser una pelea se empezaron a oír fuera de la habitación, despertando de inmediato a la castaña, más aún al escuchar la voz de Stella.

Se colocó unas pantuflas y fue hacia donde ocurría la disputa, encontrándose con que las chicas estaban peleando entre ellas.

—¿Qué sucede? —preguntó con un bostezo la menor— ¿Por qué discuten? —volvió a preguntar.

—Stella mandó sola anoche a Bloom, con su anillo, aún sabiendo que existen quemados y que podrían haberla herido o asesinado —empezó diciendo Musa.

—Tampoco es que creyera que fuera a morir, ella sabe defenderse —intento defenderse Stella.

—¿Realmente hiciste eso? —la miró con desaprobación— tú no sabes si Bloom podría defenderse o no, aún no controla todo su poder y la pusiste en riesgo, sin importarte si volvía con vida o no —conservó la calma la menor, aunque se había llevado una sorpresa grande, no imaginaba ella fuera capaz de hacer eso.

—No medí las consecuencias, lo reconozco, pero está sana y salva —dijo la rubia.

—Sí, pero no gracias a ti, si no fuera por nosotros y la directora, estaría muerta —acató Musa.

—Hablando sobre anoche, ¿en dónde está mi anillo? —preguntó Stella.

—El quemado lo tiene —apareció Bloom  de repente en la sala.

—¿Qué? —exclamó con asombro y enojo.

—Cálmate, princesa —dijo con ironía Musa.

—No me digas que me calme y no uses mi título como insulto —le respondió la mayor.

—Espera, ¿eres realmente una princesa? —preguntó ahora Bloom.

—Sí, de hecho lo soy, mi madre es la reina de Solaria y el anillo que acabas de perder, es una reliquia en mi mundo y todos deberían saber lo importante que es —aclaró la ojiverde.

—No le hubieras dado tu anillo a Bloom y estarías aún con tu reliquia —habló Aisha, mientras aparecía en la sala.

—Igual la directora no sabe que perdí el anillo —dijo ahora la pelirroja.

—Que siga así, yo resolveré el asunto luego de clases, pero por ahora nadie le dirá a nadie —afirmó la mayor.

—Yo te ayudaré a resolver el asunto —se ofreció Aubrey— pero tendremos que hablar sobe lo que pasó —dijo para luego volver a su habitación y cerrarle la puerta en la cara.

Empezó a vestirse, ya que tenían clases. Se colocó algo sencillo y cómodo, para luego salir del lugar e ir con las chicas a donde sería la clase.

—La magia, vive en el tejido mismo de la naturaleza y en este círculo de piedras se magnífica, la vasija ayuda a su habilidad para canalizar la magia —empezó diciendo la profesora— más adelante aprenderán a conectarse con objetos, pero en el primer año se enfoca con aquel que conocieron —dijo mirando a todas sus estudiantes.

De a una, las chicas se fueron acercando a la vasija para lograr controlar su poder, todas lograron hacerlo, pero a Bloom y Aubrey les costaba más que a ellas.

Cuando Bloom intentó hacerlo, no pudo y ante las voces de la gente a su alrededor, terminó por rendirse, ya que no podía hacerlo.

Aubrey se acercó a Bloom, abrazándola de costado para darle una muestra de apoyo, mientras acariciaba su mano.

—Ya lo lograrás —le susurró.

Cuando la pelirroja fue a sentarse, Aubrey se acercó a la vasija, colocando sus dos manos alrededor de esta.

—¿Por qué estoy haciendo esto? Ni siquiera sé si tengo algún poder o soy un hada —empezó a cuestionarse frente al resto.

—Eres algo Aubrey, algo único e inigualable y lo sé porque puedo sentirlo, es algo que jamás vimos, pero debes dejar de lado el miedo, las dudas y dejar salir ese poder, ser libre por completo —la alentó la mujer.

La castaña cerró sus ojos y empezó a respirar de manera lenta, mientras su mente era invadida por los recuerdos que tuvo con Stella, sobre como se sentía al estar con ella y de repente, una luz fuerte empezó a brotar de sus manos.

En la vasija, empezó creciendo un fuego, el mismo que poseía Bloom y luego de eso, apareció una luz solar, que invadió todo el lugar.

Al escuchar los quejidos de sus compañeras, rápidamente abrió sus ojos y al ver lo que ocurría en la vasija, la hizo soltar rápidamente esta y mirar con asombro y miedo a todo su alrededor, las chicas habían tenido que cubrir sus ojos.

—Yo no sé que ocurrió, lo siento —dijo apenada la menor.

La mayor la miró con admiración y una enorme sonrisa, no se había equivocado, era un caso único y especial.

—Creo que sé cual es tu poder —comenzó diciendo— quiero que toques las manos de Terra, Musa, Aisha y Beatrix, por favor —le pidió con amabilidad.

Ella asintió y empezó a tocar la mano de las chicas, para luego regresar al lugar.

—Ahora vuelve a colocar tu mano en la vasija, vuelve a relajarte y a pensar en lo que pensabas, veremos si es lo que pienso —le ordenó la mujer.

Aubrey empezó a hacer lo mismo que hace unos minutos, imaginando nuevamente a Stella, viendo su sonrisa, sintiendo las caricias de la rubia en ella y más. Nuevamente empezó a brotar luz de sus manos y en la vasija empezó a aparecer gotas de agua, raíces de plantas y por último, rayos aparecieron en el cielo, invadiendo el lugar.

Intentó hacer brotar nuevamente luz y fuego, pero no pudo. Al acabar, abrió nuevamente sus ojos y miro a la profesora y a sus compañeras.

—¿Puedes escuchar los pensamientos de las chicas? —le preguntó y ella negó— excelente, puedes tomar asiento.

—¿Pero cuál es mi poder? Me interesaría saber, por favor —pidió la chica.

—Eres un hada capaz de copiar los poderes de otras hadas —empezó diciendo— pero tienes un límite, puedes copiar máximo 3 poderes a la vez, si copias varios, solo podrás usar los 3 últimos que copiaste —aclaró rápidamente al ver la confusión en el rostro de la menor— eres la primer hada que veo con esta capacidad, creo que eres la única de esa especie o al menos la única existente —dijo con admiración.

—Interesante —susurró por lo bajo Beatrix.

—Aún no logras dominar todo tu poder, por eso necesitas de emociones, recuerdos o incluso de calma para poder utilizar esos poderes que copiaste, puedes tocar a muchas hadas y copiar sus poderes, pero no podrás utilizarlos hasta que lo domines bien, solo lo podrás hacer ante alguna emoción fuerte o un recuerdo feliz —tomó la mano de la menor— pero es solo por el momento, porque luego del entrenamiento y ayuda que ofrecemos, lograrás dominarlo bien, podrás utilizarlo cuando desees —le sonrió.

—Gracias por decirme lo que soy, profesora —sonrió la castaña— siempre creí que era un tipo de chica con habilidades, pero no una hada con poderes —rascó su nuca con nerviosismo— ¿Por qué puedo sentir cuando alguien viene? Aunque no haga ruido, tengo muchas otras situaciones que ocurrieron con mi familia y no entiendo el porqué.

—Es porque vienes con una sensibilidad mayor al de cualquier hada, es algo único en tu especie —le aclaró sus dudas.

Aubrey volvió a agradecerle mientras sonreía, para luego volver a sentarse al lado de Bloom, finalmente sabía lo que era.

—Felicidades por descubrir lo que eres —dijo Bloom con una sonrisa, se alegraba por la menor.

—Gracias Bloom, no tengo dudas en que también descubrirás lo que eres, porque eres algo especial y también único, lo sé —respondió con sinceridad.

Ambas se abrazaron, se habían vuelto el apoyo incondicional de la otra, podría decirse que para Aubrey, era su mejor amiga y lo mismo viceversa.

—Si necesitas que te den ánimos o algo, conozco a alguien que le interesaría dártelos —dijo al separarse, mirando con una sonrisa pícara a la pelirroja.

—Oh vamos, apenas conozco a Sky, aunque si me resulta lindo —confesó, a la vez que se le ruborizaban las mejillas— aunque tú deberías decirle a Stella lo que sientes por ella —dijo y la sonrisa que tenía la castaña, se esfumó.

—¿Qué? Estas confundida, no siento nada por ella —contestó rápidamente.

—Es muy obvio, Aubrey, cualquiera se daría cuenta, a excepción de tu hermano y Stella porque son ciegos —ambas rieron luego de que dijo eso— sé que serías una buena influencia para Stella y que nadie la va a querer de la misma forma en que tú lo haces.

—No creo que ella sienta lo mismo, creo incluso que es hetero —exclamó con una mueca— Pero reconozco que me gusta todo de ella, es una obra de arte —dijo toda enamorada.

—No lo sabes con certeza, deberías preguntarle primero —la aconsejó Bloom— iré a hablar con mi mamá, nos vemos luego.

La castaña asintió, viendo como perdía de vista a su amiga. Se levantó de su lugar y fue hacia la cafetería, ya era la hora de almorzar y esperaba encontrarse a Stella.

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